En la actualidad Alex, la nieta de Anna, cuida de su abuela senil en la misma casa, donde su madre
se suicidó. Ella debe chequear puertas y ventanas, que estén bien cerradas, pero la entidad
demoniaca volverá por ella y dos jóvenes amigos que decidirán pasar la noche del viernes en esa
casa.

Con un muy buen comienzo y manejando el suspenso, por momentos correctamente, el director
Travis Z -aparentemente le daba vergüenza poner su apellido en los títulos de crédito- se adentra
en vericuetos de la trama que viene un poco tirada de los pelos. Con una vuelta de tuerca hacia el
final bastante sórdido, y la presencia de Robert Englund como el doctor Harding -hasta el apellido
suena trillado-, logran espantar, aunque sea un poco.

Si bien toda la acción transcurre en la casa, y el casting fue de cinco niños, tres jóvenes y tres
adultos, entre los que se encuentra Englund y la siempre eficiente Lin Shaye como la abuela Anna,
este film tuvo nada más ni nada menos que a 24 productores ejecutivos y 6 más en diferentes
tareas de producción.

El buen trabajo musical de Olaf Pyttlik, con una amplia trayectoria musicalizando documentales y
series televisivas, mantiene la tensión y los golpes de efecto de forma precisa y hasta casi original,
para ser ésta su primera experiencia cinematográfica.